Hace unos días le decía a una amiga: "Si le reducen la pena a De Juana Chaos volveré a confiar en la justicia de este país". Mi amiga, con cara de susto, miró hacia el suelo.
Miren, por mi como si a De Juana le cae un rayo y le parte en dos. Me da igual. Pero que sea la divina providencia y no el ESTADO.
Cuando defiendo que la pena de muerte no es justificable en estados democráticos es porque creo que el ESTADO representa a los ciudadanos. Dicho ESTADO no puede cumplir la pena máxima en mi nombre, ni en el de los niños y niñas que lo habitan, ni en el de los ancianos, ni en el de las mujeres con menopausia, ni en el de los hombres en paro, ni en el sector del corcho, ni en el de los vendedores de helados... El ESTADO no es quién de matar en nuestro nombre. Ni de saltarse la ley. Aunque a algunos les duela.
De aquí que me haya reconciliado un poco con la justicia. Esta es la justicia que quiero que me ajusticie si llega el momento. La que es capaz de rectificar. De 12 han pasado a 3 años para De Juana; un asesino que ya cumplió su condena íntegra.
Y ahora ya pueden rajar!
Se abrió la veda...
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